—Mi Reina —dijo él, su voz una suave melodía para sus oídos—, eres bella.
—Gracias, Su Majestad —respondió Seren con voz entrecortada. Un intercambio de palabras tan sencillo, pero que a ella le parecía tan mágico.
—¿Vamos, mi Reina? —Drayce le ofreció su mano.
Como le había explicado Lady Tyra el día anterior, Seren sabía que debía ir al lugar de la boda con Drayce en su carruaje personal. Podía ver desde las puertas abiertas que el carruaje real estaba decorado con hermosas flores blancas y cintas rojas, indicando que era para la novia y el novio.
Seren aceptó su mano y se dirigió hacia su transporte. Los sirvientes colocaron un pequeño taburete para que pudiera subir mientras Drayce la ayudaba a entrar en el carruaje. Incluso ayudó a Seren con la pesada falda y la capa de su vestido de novia, ayudándola a acomodarla dentro del carruaje. Una vez que estaba bien y cómodamente sentada, Drayce subió y se sentó frente a Seren.