—¡Quita tus manos de ella! —La voz familiar interrumpió en un gruñido furioso.
Kaz estaba en la entrada del cobertizo, su arco apuntado con una flecha ya encajada y lista para disparar, el objetivo, nada menos que el hombre fornido que sostenía a Neveah.
Neveah parpadeó asombrada, antes de que pudiera comprender completamente qué hacía exactamente Kaz aquí, Kaz había soltado la flecha y pasó zumbando justo al lado de la mejilla de Neveah, clavándose en la garganta del hombre fornido.
Todo esto ocurrió en una fracción de segundo, incluso antes de que el hombre fornido pudiera responder a la amenaza de Kaz y parecía como si el mundo se hubiera ralentizado por un momento,
Ese lento momento fue entonces interrumpido por el hombre gargajeante que cayó pesadamente al suelo, con los ojos bien abiertos y saltones, ahogándose con su propia sangre.