—Neveah suspiró silenciosamente mientras se sumergía más en su bañera. El calor del agua no hacía nada para calmar su ansiedad ni aliviar sus pensamientos y Neveah no estaba segura de que nada lo haría.
Este sentimiento profundamente arraigado de inquietud había florecido una vez más y Neveah simplemente no podía deshacerse de él, ni tampoco identificar la razón de ello.
—Cedí, seguí mi corazón. Pretendo intentarlo con todas mis fuerzas para que las cosas funcionen, sin dejar arrepentimientos. Estoy en un buen momento de la vida; entonces, ¿por qué me siento tan inquieta? —Neveah murmuró para sí misma en tono bajo.
Neveah quería culpar a los preocupantes acontecimientos en las Dunas y quizás hasta cierto punto era así, pero Neveah sabía que seguramente no era todo... había algo más, algo que no podía precisamente identificar.
Hubo una llamada a la puerta y luego la puerta del cuarto de baño de Neveah se abrió.
Neveah no necesitaba levantar la vista para saber quién era.