—¿Qué pasa si nunca lo hago? Si nunca tomo tu mano? —susurró Neveah con un tono apenas superior a un susurro.
—Hay miles de posibilidades en todas las cosas de la vida, si consideráramos cada una de ellas, sería difícil seguir el corazón de uno...
—Viviré solo en el momento Veah, en este momento donde sé que tu corazón nunca me ha olvidado... —dijo él, su tono tan confiado y firme como siempre.
—Es hora. —La voz del Rey Jian sacó a Neveah de sus pensamientos.
Neveah echó un vistazo al Rey Dragón que la observaba con una ceja levantada.
—Pareces distraída... ¿estás segura de que deseas proceder con esto? —preguntó el Rey Jian, refiriéndose a oficiar el consejo unificado que ya había comenzado.
Neveah exhaló lentamente, pasando una mirada al Rey Jian. Había perdido la cuenta de cuántas veces él había pedido esta confirmación.
—No te sientas presionada. Siempre podemos hacer otros arreglos, no tienes que forzarte. —agregó el Rey Jian cuando Neveah no respondió de inmediato.