Había algo en el aire del gran salón, o tal vez fuera sólo Neveah, pero de repente, el aire se había vuelto demasiado delgado, ahora era demasiado difícil respirar.
El pecho de Neveah se sentía pesado, como si un gran peso estuviera sobre él, aplastándolo y en cualquier momento, ella cedería.
Había todo tipo de emociones asaltándola, emociones que apenas podía reconocer y Neveah tan sólo podía respirar entrecortadamente en silencio.
—Veah... ¿estás bien? —susurró Menarx a Neveah.
Aunque su voz era baja, sus palabras no escaparon de la atención de Xenon y del Rey Jian y su reconciliación se detuvo mientras ambos se volvían hacia ella.
No eran los únicos ojos puestos en Neveah, ahora todos en la sala observaban a Neveah.
—Estoy bien... Su Gracia tendrá que hablar con el Señor Xenon, voy a dar un paseo —murmuró Neveah entre dientes.
—Veah... —comenzó a decir Menarx pero Neveah se aferró a su mano.