—¿Las caballerizas? —preguntó Neveah a Menarx con una ceja levantada, reconociendo la dirección hacia la que se dirigían.
A lo largo del tiempo que les había llevado salir del Guardián del Dragón y caminar hacia el patio, Neveah y Menarx habían sido el centro de toda la atención y Menarx estaba visiblemente complacido con ello.
Su expresión habitualmente sombría no se encontraba por ningún lado y lo que Neveah sabía que era una sonrisa rara dado que Menarx rara vez sonreía, se había transformado en una amplia sonrisa.
Esta sonrisa había estado fijada en los labios de Menarx desde que Neveah emergió de la sala de audiencia y, tan rara como era la sonrisa de Menarx, el hecho es que esta sonrisa realmente iluminaba sus ojos.
Cada expresión de Menarx era honesta y auténtica y Neveah ni siquiera podía comenzar a imaginar qué había hecho para ser merecedora de tal brillante sonrisa.