—Addie, deberíamos irnos —Rosalía siseó ansiosa mientras dejaban los libros en los estantes.
Pero justo cuando lo hacían, Celia comenzó a revisar otros libros en los estantes, eligiendo uno, lo hojeó rápidamente antes de pasar al siguiente.
—¿¡Qué estás haciendo?! —Rosalía siseó cuando comenzó a alejarse, pero se dio cuenta de que ninguna de las otras dos la seguía.
Celia seguía concentrada en buscar entre los estantes y Adrienne también había agarrado un libro en particular y lo miraba con un interés vago.
Como la ratona de biblioteca que era Celia, ante la vista de tantos libros, siempre se tomaba un momento para escudriñar los volúmenes y su contenido.
—¡Celia! —Rosalía siseó ansiosa, ganándose una mirada fulminante de Celia.
—Cálmate Rosa, todavía se nos permite el acceso en los pasillos exteriores, solo el estudio privado del Señor Everon está fuera de límites —Celia recordó con confianza.