—¿Qué diablos... dónde estamos? —Una de las guardias tocó las paredes que la rodeaban. Cuando sintió algo cálido y carnoso tocar su palma, se sintió nauseabunda porque esta sensación era similar a cuando tocaba la carne que había sido cazada por el equipo de caza.
Sin embargo, tocar un pequeño pedazo de carne era diferente de estar completamente rodeada por ella.
Otra guardia encendió la antorcha de su monitor, aunque sus instintos le decían que no debería hacerlo, sus manos fueron más rápidas que sus instintos. La guardia encendió la antorcha, haciendo que las paredes carnosas se iluminaran con una luz blanca vibrante. Las paredes carnosas retumbaron y se comprimieron como si los músculos se movieran hacia arriba y hacia abajo, en las paredes había cuerdas blancas que colgaban del costado y del techo.