—Oh, ustedes son bastante impulsivos —dijo Mo Qiang con una sonrisa mientras Mo Xifeng invocaba rápidamente su espada. Aunque no quería matar a esos cocos, tampoco permitiría que hirieran a Mo Qiang. Si se atrevían a moverse entonces —Mo Xifeng entrecerró los ojos mientras desataba su aura haciendo que los cocos temblaran mientras retrocedían.
Olvidaron que esta mujer era un monstruo muy aterrador. Les hacía sentir mucho frío.
—No... no tenemos miedo de ti, estás pensando en faltarle el respeto a nuestros ancestros. ¿Cómo podemos permitir eso? —preguntó el Rey Coco mientras miraba fijamente a Mo Qiang. Parecía como si hubiera recibido un golpe fuerte.