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De vuelta en Altera, Altea estaba ocupada gestionando sus industrias, preparando todo lo que podía antes de que llegaran los cientos, si no miles, de personas.
Ya había planificado la expansión de las fábricas, así como programado la contratación de más mano de obra. También había programado muchas más fábricas para las diversas nuevas necesidades del territorio.
Por ejemplo, llegaría un momento en que el taller de Lenny ya no cabría en la fábrica de tejidos. Esto sería especialmente cierto cuando el espacio comercial que consiguió para ella abriera.
Como tal, se dedicaría una fábrica a Lenny. Se centrarían en ropa común y ropa interior, y el resto de ese mercado se dejaría a los ciudadanos.