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Yume
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En un rato vendrá Paola, estaba nerviosa, muy nerviosa, tenía el estómago revuelto, por saber lo que iba a pasar.
No sabía que le iba a decir ¿Me debería disculpar? ¿Debería esperar a que ella lo haga? No lo sé, estoy asustada, sobre lo que pensará de mí ¿Y si nuestra relación no es la misma?
Todas esas preguntas no me dejaban tranquila, quería que la tierra me tragara y me escupiera en otro lugar.
Suspiré un poco, para levantarme de mi cama, fui a mi escritorio, conecté mi guitarra a mis auriculares para no molestar mucho a mi mamá.
Quería tocar un rato antes queella llegara, me puse en posición de flor de loto en la silla de plástico de mi cuarto, dándole la espalda a la puerta de mi cuarto.
Empecé a tocar un poco, solo lo que me salía decir en ese preciso momento.
Esa es mi forma de expresar mis sentimientos, cantando.
Por eso amo la música, amo como los artistas se pueden desahogar con su música, como ellos hacen arte y como expresan sus sentimientos.
Al terminar de tocar mi guitarra al quitarme los auriculares escuché unos aplausos detrás de mí, me asusté viendo rápidamente para atrás.
Me encontré a Paola sentada en mi cama, estaba nerviosa, muy pocas veces alguien además de mi mamá me ha escuchado cantar o tocar mi guitarra.
—Al fin pude escuchar como tocas —me dijo con una pequeña sonrisa.
—¿Qué te pareció? —lo dije avergonzada, no me gusta que alguien me escuche, me da mucha vergüenza.
—Me encantó —Levantó una pequeña taza de plástico que tenía en sus piernas ofreciendo que la agarrara— toma, lo trague para ti.
—Gracias —me senté a su lado agarrando la pequeña taza abriéndose, eran unas cuantas galletas— ¿Galletas?
—Si ¿Son tus favoritas no?
—Así es, muchas gracias —le di una pequeña sonrisa viéndola a los ojos.
El ambiente era tranquilo mientras hablábamos, no era nada incómodo, solo yo era que me moría de nervios por estar tan cerca de ella.
Agarré una de las galletas y la mordí, supe inmediatamente quien la hizo.
—Mi mama la hizo ¿no?
—Si, perdón —se rió un poco— me las dió cuando entré, me dijo que te las diera.
También me rei
—tranquila, mi mamá siempre es así, siempre quiere ayudar a que las cosas sean mejores.
—Si —se quedó callada un segundo mientras yo comía un poco las galletas— lo siento.
—Tranquila, son solo galletas.
—Por eso no, por gritarte, sé cuánto lo odias.
—Oh, no, es comprensible, me metí en tu relación sin tu permiso.
—Yo también lo haría, si alguien me gusta —me vio sonriente.
Al escuchar lo que digo, me sonroje y me puse aún más nerviosa, agache mi cabeza para intentar esconder ese sonrojo.
—No se porque te dije eso, olvídalo por favor.
—tu sabes que jamás lo olvidaré, aún me acuerdo cuando te caíste en el receso a nuestros once años —se rió recordando ese momento.
—¡Oye! Eso fue hace ya 6 años, vamos no me lo recuerdes todo el tiempo.
—¡Es que fue muy bueno!
Ella empezó a recrear el momento cuando me caí y tengo que admitir que sí fue muy gracioso. Me reí un poco mientras la veía.
Después de reír, las dos nos vimos a los ojos, me sentía tan cómoda con ella, en toda mi vida, todas las personas a la que les decía que me gustaban las mujeres, me rechazaban o me decían rara.
La única que me aceptó fue mi mamá, hasta este momento.
De mis ojos empezaron a salir lágrimas cayendo por mi mejilla, tenía tanta emoción de lo que estaba pasando.
—Gracias...gracias.
Seguía llorando, mi voz estaba temblando.
—hey, hey, no llores —Dijo, Paola me ayudaba a limpiar mis lágrimas.
No podía parar de llorar
—¡Gracias, por ser mi amiga aún después de todo lo que te dije!
Años atrás, precisamente a mis 13 años, teníamos la típica cena de navidad, tenía las ganas de ya dejar de esconderme y de cada que me preguntan "¿Y el novio?" Decirles algo como "ya viene" o "aún no tengo" prefiero decirles "mi novia viene en un rato" para mí este día era perfecto, ya que las dos familias estarían unidas, aunque de parte de mamá no era muy grande.
De parte de mi mamá solo estaba una de mis tías y su hijo pequeño.
Pero de parte de mi papá eran: dos tías, dos tíos, unos cuatro hijos, 3 chicas y un chico que era el mayor de todos, más mi abuela.
Se que parece un poco pequeña, pero por ese mismo motivo nos reunimos todos, porque éramos poquitos, mis demás familiares vivían demasiado lejos, o siquiera vivían en el país.
Mi familia era muy religiosa, pero siempre decían que las personas LGBT eran buenas personas y que siempre lo aceptarían.
Estaba sentada en mi asiento al lado de mi papá y una de mis primas.
Al terminar de comer todos comentaban algo interesante que les pasó ese año, era una clase de tradición.
Después que pasó mi papá venía yo.
—¿Este año si tienes algo? —preguntó una de mis tías.
Casi nunca tenía algo que contar ya que casi nunca me pasaban cosas interesantes, pero ese momento sí tenía algo.
—Vamos, nunca tiene algo mamá —dijo mi prima al lado de mi— mejor pasamos conmigo, yo si tengo algo.
Ella desprendía orgullo en cada frase que daba.
—esta vez si tengo algo que contar —dije con firmeza viendo a todos en la mesa.
Estaba nerviosa cuando todos me miraron esperando que hablara.
Estaba sudando pese al frío que hacía, sentía que mi corazón iba a explotar.
—¿Qué pasa hija? Cuéntalo somos tu familia. —digo mi papá.
Agarré y solté aire, para ya empezar a hablar.
—estos años, me he dado cuenta poco a poco, que el tema de los chicos para mí es difícil, ya que no me gustan... —quería seguir explicando cuando escuché a mi papá, lo volteé a ver y tenía una cara muy seria, pocas veces podía verlo así.
—¿A qué te refieres? Habla. Sin rodeos
—Bueno, pues... Me refiero a que me gustan las mujeres, soy lesbiana, espero me acepten tal co...
Mis palabras fueron detenidas por un fuerte golpe en la mesa que hizo que todos los platos sucios en ella saltarán.
El golpe vino desde el asiento de mi papá, el cual estaba molesto.
—¡Mi hija no va a hacer parte de unos maricones!
—Pero —Dije.
—¡¡Pero nada!! ¡¡Yo te crié como una mujer hecha y derecha!!
Baje mi mirada al escucharlo gritar, nunca lo había visto tan enojado.
—¿Qué pasa? ¿Por qué tantos gritos? —dijo mi apreciada madre entrando al comedor limpiando sus manos con un trapo.
Todos la vieron sin decir nada, mi papá incluído, a mi me salían unas pequeñas lágrimas de mis ojos.
—Yume —Ella se acercó a mí abrazándome, yo estaba llorando en su pecho— ¿Que pasó mi amor? Deja de llorar.
—Bueno creo que está vez mi hija ganó —dijo mi tía— mi hija si es normal.
—Ya te he dicho que nuestras hijas no es una competencia y ¿a qué te refieres?
—Tu hija es una de esas personas lesbianas, o no se que —dijo mi papá.
—¿Y?
—¿¡Cómo que "y"!? ¡Estás tonta mujer!
—No se muy bien lo que pasó, pero nuestra hija puede ser lo que quiera, y eso no tiene que ser motivo de gritos o de pataletas de tu parte —se paró frente de él dejándome atrás como intentando protegerme.
—¿Nuestra? ¡Esa cosa ahora es tu hija! ¡No mía! —mi papá se levantó al frente de ella mostrando que era aún más grande que mi mamá.
Mi mamá sin miedo alguno en su mirada le dió una gran cachetada en la cara de mi papá, que se la volteo a un lado, mi papá quedó chequeado por lo que hizo y los ojos de mis demás familiares se abrieron como platos.
—Eres desagradable.
Mi mamá me agarró de la mano, caminamos hasta llegar a dónde estaban nuestras cosas y me ayudó a que me colocará la chaqueta.
—¿¡A dónde vas!? —Digo mi papá
—Nos vamos a casa, mi hija no va a estar cerca de personas que no la aprecian como es.
—no te vas a ningún lado —mi papá agarró de la mano a mi mamá.
Ella le devolvió la mirada igual de molesta y sin ningún miedo.
—déjame ir.
De una manera fría le digo a mi papá, el la dejo ir, y ella agarrando mi mano, empezamos a caminar para llegar hasta casa.
—¿No estás molesta? —Dije viendo al piso.
—¿Por qué lo estaría?
—Mi papá estaba molesto conmigo, él me gritó.
—Tu papá es un estúpido.
—Pero.
—Pero nada, tu papá es un estúpido, el no sabe nada, tu eres perfecta tal como eres.
—Está bien.
Se acercó a mí para limpiar mis lágrimosos ojos.
—Ya no llores ¿Te gustaría un helado?
Acento un poco, mientras sonreía, sentí que la debía abrazar y eso fue lo que hice.
—Te amo mamá.
—Yo te amo más a ti.
Paola se quedó después de todo lo que pasó, bajamos a la sala a ver películas, mi mamá traía un poco de comida y las de mis galletas favoritas.
Estaba feliz, tenía a la persona que me gustaba a mi lado.
Ya habíamos hecho esto desde pequeñas pero está vez era algo diferente, no sé el qué, pero era diferente.
—Yume, ¿Sabes quién es la chica nueva?
—la verdad no lo sé, no estaba pendiente
—¿Cómo será? ¿Será bonita?
—tu eres la más bonita —me di cuenta después que le dije que lo hice en voz alta, me sonroje al instante—¡No! ¡No! ¡Yo no quería decir eso! —estaba muy roja al decir eso
Paola se rió y escuché otra risa tras de el sillón, volteé mi mirada y era mi mamá.
—¡Mamá!
Me escondí en los cojines del sofá.
Las dos están conspirando contra mí riéndose de mí.
En el fondo me sentía feliz de que todo haya vuelto a la normalidad.
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Paola
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Estuve hasta las 5 de la tarde en la casa de Yume, al llegar a mi casa mis padres como siempre no estaban.
Me acordé de lo raro que actuó Gabo ese día.
Agarré mi celular y lo llamé, tenía que saber que paso.
—¿Hola? —Escuché su voz a vez del celular
—Amor, hola. —Le respondo.
—Hola —lo dijo de forma fría y cortante.
—Eh, Gabo ¿Que pasa... —No seguí hablando ya que escuché otra voz de fondo.
—¡Gabo, amor! —se notaba que era una voz femenina
—¿Amor? —dije
Gabo se escuchaba un poco más nervioso y un poco molesto.
—ignora eso, ignóralo, es Zelena, solo está molestando ¿Que pasa para que me llames?
—¿bueno? Yo solo te quería preguntar ¿Que pasó hoy? ¿Por qué fue tan raro?
—para eso me llamas, estoy ocupado, te escribo mas tarde —sin dejarme hablar colgó el teléfono, yo quedé sentada en mi cama muy confundida por lo que acaba de pasar.
—¿Amor?