—Necesitas tener control de ti mismo, Ian —Seb aconsejó suavemente mientras observaba a Ian caminar inquieto por el suelo del despacho—. Últimamente, algo te pasa. ¿Qué está pasando? Pareces... cambiado.
—No es nada —Ian miró a Seb y suspiró profundamente—. Solo que... no me gustó lo que pasó hoy.
—Mm.. a ninguno de nosotros nos gustó —respondió Seb—. Pero, ¿no es raro que explotes así? ¿No eres tú el Sr. imperturbable? Si alguien, aparte del Demonio, siempre se ha mantenido calmo en medio de la tormenta, has sido tú. Entiendo la ira de Demonio, pero tú...
—¿Qué? ¿Solo Demonio tiene derecho a enfadarse por todo lo que pasó? ¿No ha sido Gabe el tonto durante mucho tiempo? Ha estado pensando en su amor y eso es todo. Y lo hemos dejado ser, pero precisamente hoy, por su egoísmo, podrían haber resultado perjudicadas dos vidas inocentes —respondió Ian.