"¿Es esto obra tuya? —Elijah Frost irrumpió en la oficina. Mechones indómitos de pelo plateado se agarraban a su frente arrugada, y sus normalmente firmes manos temblaban con una mezcla de pánico y rabia. Su intensa mirada se clavaba en su nieto, sus ojos acusadores ardiendo con una agitada mezcla de decepción y sospecha.
Erasmi levantó la vista hacia el viejo y apretó las manos. Desde que se despertó y descubrió la verdad, el único hombre que había evitado había sido su abuelo. Había sido una píldora amarga de tragar. Su propio abuelo lo había mantenido como rehén durante todos estos años, manipulando y amenazando a su hermano. El viejo a quien siempre había admirado lo había utilizado como nada más que un arma desechable. Incluso había estado dispuesto a dejarlo morir y había firmado esa decisión.