(Desde la perspectiva de Demetrio)
—¿S-Sangre? —balbuceó.
—Mmm, es solo una cuestión de fascinación personal, supongo —dije—. Puedo controlar la sangre dentro del cuerpo de alguien; como puedo acelerar el flujo, o disminuirlo, o detenerlo por completo.
—Pero si haces eso...
—Sí, si detengo el flujo, morirán de inmediato, o sufrirán un ataque al corazón —dije—. ¿No es asombroso?
—... ¿Asombroso?
—¿Tienes miedo, mi esposa?
—No es que...
—Lo estás —dije, interrumpiéndola—. Mira cómo tiembla tu pequeña mano. Pero, ¿por qué tienes miedo? ¿Acaso no te he asegurado suficiente que no voy a hacerte daño? Tú eres la única persona a la que nunca lastimaría. Después de todo, te amo.
—¿Usas mucho este poder? —preguntó.