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Felicia miró fijamente a Juliet. Sabía que lo que Juliet decía tenía sentido, pero no podía pensar en otra forma de intentar convencerla para que la acompañara.
—¿Qué pasa? ¿El gato te atrapó la lengua? —preguntó Juliet al ver que Felicia se había quedado sin habla.
Felicia volvió a mirar la cámara y vio al alcaide todavía en camino hacia el edificio en el que estaban.
Fruto de la frustración, Felicia se agarró el pelo mientras intentaba pensar en una forma de salir de allí.
Había creído que este era el momento que había estado esperando. El momento en que escaparía de la prisión e iría a buscar a Erika para hacer de su vida un infierno, como había planeado.
Pero Juliet tenía que entrar y complicarle las cosas. A juzgar por la cara calmada de Juliet, parecía que no le importaba demasiado recibir un castigo por entrar en el edificio principal. Y si revelaba que Felicia era quien tenía la llave del edificio, la condena de esta última solo se alargaría.