"En medio de su rabia, Mamba salió corriendo del escondite y llamó a Víbora.
—Jefe, Adrian acaba de llamar y dice que todavía está en la comisaría —informó.
—¿Y?
Un poco sorprendido por la indiferente respuesta de Víbora, Mamba se aclaró la garganta antes de continuar.
—Dijo que le habían tomado las huellas dactilares y que los resultados saldrán mañana.
—¿Y qué? —repitió Víbora.
—Jefe, le tomaron las huellas dactilares porque encontraron una pistola en la mansión quemada, por lo que la policía quiere saber si es suya o no —respondió Mamba.
—¿Pistola? Estoy seguro de que él puede manejar eso por su cuenta —Víbora se encogió de hombros e intentó volver a entrar al escondite, pero fue interrumpido abruptamente por Mamba.
—¿Qué? —exclamó, lo que hizo que un hombre adulto como Mamba se estremeciera de miedo. No estaba de humor para continuar la conversación, ya que todo lo que quería era que Adrian se pudriera en la cárcel si fuera posible.