Una vez que Nathaniel se fue, Aarón volvió a prestar atención a Rina, que ahora parecía tranquila.
—Gary, prepara una habitación para ella y asegúrate de que tenga todo lo que pueda necesitar. Además, organiza que dos sirvientas la atiendan —se dirigió al mayordomo.
—Sí, mi Señor —respondió Gary.
Rina escuchó y preguntó:
—Hermano, ¿entonces realmente me voy a quedar aquí?
—Sí —confirmó Aarón.
—¡Gracias! —Rina se alegró—. Mi hermano verá que él no es el único; puedo tener más hermanos como él.
—Puedes decirle a Gary lo que necesites y él lo organizará para ti —explicó Aarón.
—Umm, ¿estás ocupado, hermano Aarón? —preguntó ella con hesitación.
—No, ¿por qué lo preguntas?
—Me preguntaba si podrías llevarme al mercado. Aún no he visto el mercado de la ciudad.
—Gary puede llevarte allí.
—¿No irás tú? —preguntó ella, poniendo una expresión triste—. Si no vas, ¿cómo voy a demostrarle a Lucian que mi nuevo hermano también me lleva al mercado y que no lo necesito?