La importancia de Lucrecia para su noble familia era algo parecida a la de un enemigo desde que se rehusó a tomar los compromisos de matrimonio, siendo la hija media, y a diferencia de sus hermanas, se comportaba desafiante y caprichosa, aun así, eso no suponía un gran problema debido a que los vizcondes Reines ya tenían una posición asegurada gracias a los lazos que crearon son sus demás hijos dentro de familias importantes.
Lucrecia era quien mejor conocía su imagen y reputación, no se sorprendió de haber sido recibida tan solo por el mayordomo personal de su madre cuando visitó la residencia Reines. Claramente si no era la marquesa misma quien traía la invitación de su fiesta de cumpleaños, poco caso tenía perder el tiempo con una hija malcriada. Nadie se atrevería a ofender a la marquesa por no asistir a su esperada fiesta de cumpleaños, pero al no ser avisados personalmente por ella, tendrían un pretexto suficiente para quedarse en casa. Lathasha sabía mejor que nadie la inconformidad que existía tras la elección y fue esta, la principal razón de su poco interés en invitar ella misma a las familias. Aun así, Lucrecia estuvo un largo rato preguntándose si su familia asistiría esa noche.
En el gran salón las figuras de la nobleza llenaron el lugar desde la mañana, estaban impresionados con la exquisitez de la decoración, la precisa selección de la comida y aperitivos, además de la organización y dirección del personal.
El desayuno estaba siendo servido en el comedor de la mansión, la marquesa había decidido hacer una visita exclusiva a sus 5 elegidos, a esta reunión también se unió la nieta del duque. La refinada rubia de brillantes ojos azules, poseía una posición de gran importancia, pero el hecho de ser la acompañante de Caín y una amiga cercana de Lucrecia le brindó todas las facilidades de acomodarse dentro del particular circulo.
Caín cerraba la puerta de entrada después de escoltar a su preciosa acompañante dentro, cuando la noble dama se dirigió a Delilah.
—¡Qué hermoso vestido!
En ese lugar la única que se negaba a mirar a esa niña maleducada era Lucrecia, no se tomó nada bien la procedencia del vestido que adornaba el cuerpo de Delilah, era una pena que se haya enterado en ese día cuando no podría obligarla a explicar ninguna verdad.
Liam Bathory tenía 2 hijos reconocidos y pocas personas en la alta nobleza podían presumir de haberse encontrado cara a cara con alguno de ellos tan fácilmente. El vestido fue enviado con una tarjeta de presentación firmada por Andrea Bathory y a pesar de ahora confirmarlo con sus propios ojos, la belleza castaña estaba incrédula en todos los sentidos.
—Escuché que Andrea Bathory eligió el diseño de ese vestido especialmente para ti. Viéndotelo puesto es impresionante lo bien que te queda.
El rostro de Eilith parecía iluminado por algún tipo de emoción incomprehensible para Delilah, sus bellos ojos azules la miraban curiosamente y su sonrisa cálida se extendía con facilidad. Lo que acabada de decir no tenía sentido ¿cómo es que la señorita Eilith sabía tanto sobre el vestido? Ciertamente existía un trasfondo importante, pero nunca previó algo verdaderamente especial. En ese momento creyó que esa joven tan hermosa podría tener la respuesta a cualquier inquietud que la estuviera agobiando y realmente quiso hacer un par de preguntas.
—Andrea me lo contó todo.
El deseo de que continuara hablando creó un brilló de interés en los ojos vacíos de la joven, sin embargo, sus siguientes palabras cambiaron el sentido de la conversación.
—¿No te gusta el vestido, Caín?
Eilith nunca podría haber sabido lo que ese hombre estaba pensando, mucho menos el hecho de que él, fue el primero en mirar a Delilah desde que llegó a la sala.
—Estoy sorprendido —respondió tranquilamente como si el significado de sus palabras y su tono de voz solo pretendiera ser comprendido por la chica que vestía de manera especial.
—No importa de donde vino ese vestido, lo único que importa es lo hermosa que luce nuestra Delilah.
El diablo castaño leyó los pensamientos de Caín y de cualquiera que presenciara esa nueva faceta de la chica; fue una dama dentro de la familia Astraea, aún si ahora acostumbraba vestir como la servidumbre, había algo de noble en su comportamiento, seguramente ella no era consciente de sí misma.
—Bathory tiene un envidiable buen gusto.
Las palabras de Leroy aumentaron la tensión en el interior de la joven, si bien no fue elección suya si no de la marquesa atender la celebración usando el precioso vestido, se limitó a comportarse apropiadamente como se le había ordenado, todo se resumía en recibir órdenes y asegurarse de cumplirlas. Afortunada o desafortunadamente para ella, la llegada de la persona que estaba detrás de todo fue anunciada en ese momento.
—Delilah, por favor ve a encargarte.
El rostro de la chica apenas mostró expresión alguna cuando recibió la orden de la marquesa. Un invitado tan honorable y envidiable quién se podía comparar con el mismísimo rey acababa de llegar y, la marquesa simplemente estaba enviando a Delilah a recibirlo. ¿Desde cuándo las personas con rangos inferiores recibían primero a la realeza? La inseguridad en su interior creció cuando se dio la vuelta para salir del comedor.
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