Noah guardó los cristales y abandonó el foso tras lanzar una última mirada a la matriz de rayos. Había obtenido algo de esa herencia, así que no le importó dedicar unos segundos para apreciar la escena.
«No me dio nada por encima de mi nivel actual», pensó Noah mientras caminaba de regreso hacia la entrada de la herencia. «Qué voluntad más tacaña».
Un suspiro escapó de su boca, pero Noah pronto lo reprimió. El agujero contenía cristales del octavo rango, pero la voluntad se había limitado a dar solo artículos de la categoría media. Aún así, Noah no podía quejarse ya que sus ganancias habían sido sustanciales.
«Supongo que no tiene sentido buscar otras herencias», pensó Noah. «He tenido suerte esta vez, pero solo encontraré peligros que no puedo afrontar en las siguientes. Unos cuantos artículos valiosos no se pueden comparar con la experiencia ganada al explorar el mundo».