La noche era negra como la tinta.
Shen Ruojing miraba en silencio a Chu Cichen.
La luz de las farolas caía sobre su rostro, haciendo que sus rasgos parecieran un poco más suaves. Su alto puente nasal parecía esconderse en la oscuridad debido a que bajaba la cabeza.
La verdad lo hizo sentir muy insatisfecho.
Shen Ruojing tuvo un pensamiento en su mente. La conjetura que tenía en aquel entonces volvió a pasar por su mente.
—¿Podrían las cosas ser realmente así?
Chu Cichen se lamió los labios resecos y su mirada se movió nerviosa. De repente la miró. —Una vez dije que nunca te mentiría, jamás.
Shen Ruojing se sobresaltó.
Esta frase era algo que 527 le había dicho a 518 cuando estaban en la organización.
—Ella asintió. —¿Y?
La boca de Chu Cichen se abrió y cerró. Quería decir algo pero no sabía qué decir. En ese momento, su teléfono sonó de repente.