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Alicia podía sentirlo. También lo podía ver en sus ojos. Lo que acababa de decir era la decisión definitiva. No, una decisión era en realidad un eufemismo. Parecía ser un propósito que debía cumplir a toda costa. Y nada ni nadie podía hacerle cambiar de opinión.
Definitivamente era por su conexión en este momento, pero podía decir con certeza que él había estado preparándose para esto toda su vida. Durante tanto tiempo, había estado esperando esto. Como si este hubiese sido su objetivo principal en la vida todo este tiempo.
Y de repente pinchó. Fuerte. Y Alicia se estremeció un poco.
Durante un largo rato, simplemente se quedaron allí, sosteniendo las miradas del otro. Sin decir nada, sin moverse y casi parecía que no respiraban.
Él fue el primero en ceder y cerró sus ojos. —No… —logró decir con dificultad.
—¿No qué? —Alicia le preguntó, fingiendo no saber.
—No me mires así… así —dijo él en una voz sin aliento y un poco tensa.