Una inquietante silencio los envolvió tras esas palabras que salieron de los labios de Ezequiel. Sus rostros estaban tan cerca el uno del otro que prácticamente estaban compartiendo aliento ahora.
Los ojos de Alicia se abrieron de par en par a medida que sus miradas se bloquearon. Su expresión no cambió mucho, pero ella pudo ver algo escalofriante acechando en el fondo de esos orbes grises metálicos.
Pero a pesar de la advertencia de hormigueo, Alicia se negó a retroceder y apartarse. No era una tonta como para no tener una idea de lo que él intentaba decir. Después de todo, había visto a suficientes hombres hacer esto. Callar a una mujer con un beso.
Antes de que se diera cuenta, una imagen de él ya había aparecido voluntariamente en su mente. Sus manos estaban sujetando las de ella contra la pared y sus labios... estaban aplastados contra los suyos. La boca de Alicia se secó cuando salió de su sorpresa impactada ante lo que su mente acababa de mostrarle.