La niebla alrededor de Abigail se había ido. Las capas de hielo estaban esparcidas a su alrededor como mantas blancas. Estaban por todas partes, chocando entre sí y desmoronándose en pedazos.
Alex sonrió, al ver que por fin estaba funcionando. Aunque Abi todavía no podía transformar el hielo en armas, su primer intento fue un tremendo éxito. Sus ojos brillaban de orgullo mientras la miraba.
Después de un rato, la concentración de Abi se rompió, y las placas de hielo flotantes cayeron al suelo antes de volver a convertirse en niebla.
—Buen trabajo, esposa —Alex ya estaba de pie frente a ella cuando ella abrió los ojos. Parecía un poco molesta, pero cuando vio la mirada en los ojos de Alex, se dibujó una sonrisa en su cara—. ¿Ves? Te dije que puedes hacerlo. Has hecho un trabajo increíble para ser tu primer intento —Él sonrió, todavía orgulloso de ella.