—K-Kelly... Yo...
Una vez más, fue interrumpido. Esta vez, ella lo besó, en esa posición tan íntima, frente a muchos ojos. Kai estaba volviéndose a perder. ¿Por qué tenía que ser tan audaz? ¡Su audacia lo estaba volviendo loco!
Su mano se movió en sus hombros para apartarla de él antes... antes de que todo el infierno se desatara.
Pero Kelly activó su agarre de koala. Ella se negaba a soltar. —No soltaré. Te besaré hasta que aceptes ser mío.
Kai vio los ojos de todos en ellos. Sabía que podían escuchar lo que estaba diciendo, así que sin opción alguna, Kai se levantó, con Kelly el Koala todavía aferrada a él. La llevó como a un bebé - un bebé grande - fuera del bar.
Una vez que llegaron al coche, Kai la dejó en el asiento del pasajero pero la vándala del Koala aún no quería soltarlo. Suspiró y caminó hacia el otro lado y se sentó en el asiento del conductor con ella.