Alex, Abigail y la Pequeña Betty estaban todos sentados en el coche de Álex, con Abi en el asiento del pasajero y la Pequeña Betty en el asiento trasero, mientras se dirigían hacia el orfanato.
La Pequeña Betty había contado a Abi lo que ocurrió durante el desayuno y Abi estaba contenta de que la niña estuviera bien. Se sentía mal por dejarla sola esa mañana y se prometió a sí misma que no volvería a hacer eso.
El viaje en coche no fue tan silencioso como Álex hubiera deseado porque la Pequeña Betty los entretenía con esta historia y aquella historia durante todo el viaje. Abi prestaba atención a ella pero también era consciente de que estos serían los últimos momentos que pasaría con Álex antes de que se fuera.
Seguía echando un vistazo al hombre, pero también sabía que no podía molestarlo mientras conducía.