—Tu figura es mejor de lo que pensaba, ¡jaja! —Hayley estaba cubierta de sudor frío—. Sharon miró la hora y se dio cuenta de que ese ungüento tenía que permanecer sobre ella durante otra media hora más.
Sharon tampoco se sentía bien. Su sudor casi había empapado su ropa, pero las dos se dieron cuenta de que el olor a medicina en la habitación había disminuido bastante.
—¡Está aquí! —Debe estar en esta sala.
—Una vida por una vida. —Tenemos que conseguir una explicación de esa mujer hoy.
—Es toda su culpa. —El niño va a perder a su padre en el momento en que nace.
Un alboroto llegó de repente desde la puerta de la sala de Hayley. —Sharon solo pudo cerrar la cortina y salir.
No esperaba que la persona en la puerta fuera el marido de la mujer embarazada, pero su rostro estaba pálido y sin vida.
—Comparado con Hayley y yo, ¡creo que las dos son más como hermanas!