El sol brillaba intensamente en el claro cielo azul, proyectando un cálido resplandor dorado sobre los terrenos del castillo. A pesar del clima agradable, un ligero escalofrío permanecía en el aire, insinuando el cercano cambio de estación. Yo estaba de pie afuera con un vestido largo, la tela girando alrededor de mis tobillos mientras una suave brisa susurraba entre los árboles.
Azar estaba a mi lado, su expresión severa traicionando su determinación de mantener el control. Había insistido en que llevara un vestido largo cuando había optado por uno corto de gasa sin mangas, ya presentiendo lo caluroso que sería hoy y también porque sentía una sensación de desafío dentro de mí en ese momento.