Sin pensarlo más me lancé hacia Ravenna, blandiendo mi espada de manera que habría cortado limpiamente su cabeza si no hubiera pasado a través. ¿Qué demonios? Fruncí el ceño y volví a lanzarme contra Ravenna, pero mis ataques parecían pasar a través de su cuerpo como si no estuviera realmente aquí. Pero eso era imposible, podía verla perfectamente. Estaba aquí mismo, frente a mí, a menos de cinco pies de distancia.
Ravenna llevaba un vestido oscuro con muchas plumas negras en el cuello y también en las manos. Siento pena por el pobre pájaro de donde sacó las plumas. Llevaba mucho maquillaje en la cara, pero eso no era suficiente para ocultar su piel pálida. Su cabello rubio había desaparecido y en su lugar había un cabello blanco. Aún se veía hermosa como siempre, pero ningún maquillaje podría ocultar que algo no estaba bien con ella. Parecía enferma. Supongo que es el costo de usar magia oscura.
—Ahora que hemos resuelto tu ridículo comportamiento, ¿podemos hablar? —gruñó Ravenna.