"¿Qué rodaje? ¡Ni se te ocurra poner un pie fuera de esta casa! —El Anciano Tang hizo un gesto a su asistente para que cerrara las puertas—. Lila, es hora de que te concentres en cosas más serias. Debes poner fin a cualquier relación ridícula que tengas en el exterior".
Lila observó cómo se cerraba la puerta principal, pero no entró en pánico. Simplemente se volvió hacia el Anciano Tang y dijo:
—Abuelo, no podrás mantenerme encerrada para siempre.
El Anciano Tang miró fijamente a Lila. En realidad, él estaba bien consciente de que Lila ya no era la niña que solía soportar todo; su voluntad era más fuerte que nunca. Pero, aún así insistió:
—Te mantendré encerrada todo el tiempo que pueda.