—Entonces, ¿qué más quieres? —preguntó Eugenia a Wolf sin expresión alguna.
—Es muy simple. Los gastos médicos de un millón de dólares no se pueden reducir. Tú y esa mujer tienen que servirme durante una semana. Este asunto se acabará. De lo contrario, este chico no podrá salir de aquí hoy mismo —dijo Wolf sin expresión alguna.
—Hermano Wolf, yo… —Eugenia abrió la boca, queriendo hablar, pero en ese momento, Connor cortó sus palabras.
—No te daré ni un solo centavo de un millón de dólares. Si te arrodillas y me pides disculpas ahora, puedo elegir dejarte ir… —En un instante, todos los presentes giraron su cabeza para mirar a Connor.
Incluso Eugenia lo miraba sorprendida.
—Connor, ¿de qué tonterías estás hablando? —gritó Eugenia, con los ojos bien abiertos.