—¡Todavía me consideras una esclava! ¡Solo soy una esclava en tus ojos, una mujer que ha sido profanada por muchos hombres en mi intento de protegerte, porque es la única forma que conozco! —Los ojos de Aria estaban llenos de lágrimas, mientras apretaba los puños con fuerza—. Mientras tanto, ¡ella es la hija inmaculada del alfa! No importa cuán malvado fuera su padre; ¡ella todavía tiene un estatus más alto que todos nosotros! ¡No parpadeaste cuando anulaste su estatus de esclava para que fuera tu compañera!
—Basta, Aria —La voz de Caña era muy sombría.
—¡La marcaste! —Aria estaba jadeando ahora. Respiraba entrecortadamente mientras intentaba contener sus emociones, pero su ira era tan abrumadora que no pudo pensar con claridad cuando dijo las siguientes palabras—. ¿No te sientes mal por la difunta luna Leana cuando marcaste a la hija de tu enemigo? ¿Reclamándola como tuya?