Sólo le tomó a Sunny un instante comprender lo que había pasado. Uno de los científicos encerrados en el refugio se había quedado dormido... en su sueño, esa persona había sido arrastrada hacia la Primera Pesadilla.
Y murió.
Quizás la prueba del hechizo fue especialmente dura, o quizás el científico era especialmente débil. Quizás la suerte simplemente no estaba de su lado. Al final, no importaba.
Lo que importaba era que la Semilla de la Pesadilla en su alma floreció, y una abominación mortal fue liberada en el mundo despierto.
Sangre carmesí en la bata de laboratorio blanca. Una figura grotesca que parecía una espeluznante amalgama de un humano y un monstruoso maniquí hecho de carne. Gritos de miedo, ojos llenos de shock. Aunque la Criatura de la Pesadilla acababa de nacer, ya desataba su locura asesina en los indefensos civiles del refugio.
Todos tardaron en reaccionar: los sistemas de defensa automáticos, las centinelas apostadas en el búnker... incluso el propio Sunny.