La isla en la que descansaba Sunny era extraña. Era bastante grande y estaba cubierta de césped suave, con columnas de piedra antigua sobresaliendo del suelo aquí y allá. La mayoría de ellos habían sido derrocadas y destrozadas desde hace mucho tiempo por algún desastre desconocido. El suelo en sí estaba lleno de depresiones y generalmente era irregular, como si hubiera servido alguna vez como campo de batalla para gigantes.
La razón por la cual Sunny había llegado a tal metáfora no fue coincidencia. La característica principal de la isla estaba situada en el centro, apareciendo como una gigantesca mano de metal oxidado. De ahí que la isla se llamara sin mucha imaginación Isla de la Mano de Hierro.
Era muy conocida por los Despertados anclados en el Santuario debido a que muy pocas Criaturas de Pesadilla venían aquí, en consecuencia, muchos humanos la utilizaban para descansar durante sus viajes.
Sin embargo, hoy, Sunny no era el único visitante de la pacífica isla.