Sunny abrió sus ojos.
El gran arco de mármol blanco era exactamente igual al momento en que lo había visto por última vez. El sol ya estaba trepando por la cúpula gris del cielo, ahuyentando los restos del oscuro mar. El resto de la cohorte se había despertado hace tiempo y ahora se preparaba para el viaje que tenían por delante.
Se había quedado dormido.
Sin embargo, no importaba.
Con los ojos llenos de emoción, Sunny se levantó y recordó todo lo que había presenciado en su sueño.
Los recuerdos aún estaban allí, claros como el día. Podía recordar cada movimiento, cada paso, cada aliento de la danza que la hermosa esclava había realizado.
...La madre de la esclava sin nombre.
Sus ojos se apagaron ligeramente.
Ese sueño suyo, aunque un preciado regalo, también era fuente de numerosas preguntas. Ahora que estaba despierto, Sunny pudo ver algunas cosas con más claridad.