Abigail estaba abrumada por la cálida bienvenida que recibió por parte de los empleados, sus emociones afloraban pues extrañaba mucho a su padre. El respeto y apertura de los empleados la conmovieron profundamente y se imaginó el orgullo de su padre si estuviera allí para presenciarlo.
El Sr. Miller, el hombre de mediana edad que la había escoltado hasta la oficina, la guió hasta la sala de conferencias, donde los ejecutivos superiores la esperaban. Al saludarles con un apretón de manos, Abigail expresó su gratitud por su arduo trabajo.
—Sin su arduo trabajo, el negocio no podría funcionar bien —dijo—. Les estoy agradecida. Espero que continuen trabajando con el mismo entusiasmo y me ayuden a administrar el negocio.
Su genuina gratitud conmovió los corazones de todos los presentes, quienes se sintieron aliviados al ver que su nueva líder no era pedante o distante como algunas hijas de familias adineradas. Prometieron trabajar más duro y juraron su continua dedicación y apoyo.