Cristóbal permaneció sentado en su silla durante mucho tiempo antes de sacar su diario y comenzar a escribir. Cada frase transmitía sus sentimientos.
—Abigail, mi amor, ¿dónde estás? Cada rincón de esta habitación, cada recuerdo que compartimos, me recuerda tu ausencia. El sonido de tu risa y el calor de tu tacto, resuenan a través del silencio, atormentándome con su ausencia.
—¿Cómo te dejé escapar de mí? ¿Cómo permití que las fuerzas que conspiraron en nuestra contra nos separaran?
—Ansío los momentos que pasamos juntos, las miradas robadas, las promesas susurradas y la profundidad de nuestra conexión. Fui ingenuo al creer que el tiempo siempre estaría de nuestro lado y que podría tenerte en mis brazos para siempre. Ahora, el reloj sigue avanzando, cada segundo me dice brutalmente que no estás conmigo.