La siguiente mañana, Gina trató de no hacer nada y dejar a Ilyas solo. Él encontraría a su pareja un día y ella encontraría a la suya. Si tenía suerte, de tener una pareja. No todos los demonios encuentran a su pareja y realmente era algo triste, pensó.
Intentó no pensar en él y evitarlo tanto como pudo. Pero él ya parecía evitarla. No vino a su casa durante varios días para entrenar con Zarin, como solía hacer. Miraba por la ventana esperando encontrarlo allí, pero se decepcionaba cada vez.
No pensar en él también era imposible. Pensaba en él demasiado a menudo y como no le gustaba cómo habían terminado las cosas entre ellos, la entristecía.
Al final, tomó una decisión. Confiaría en sus sentimientos y no en algunas reglas de no gustarle alguien que no fuera su pareja o esperar algo que quizás nunca llegara. Ella iba a vivir el momento.
Al encontrar a Zarin, le preguntó dónde podría encontrar a Ilyas.
—Puedes ir a su casa —dijo.
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