"Irene estaba vigilando al Cielo. Muchas cosas estaban sucediendo, empezando por el extraño que la marcó y su abuelo que planeaba hacerla su sucesora. El peligro la rodeaba y Irene haría todo lo posible para proteger a su nieta, ojalá sin sofocarla. Por lo tanto, la observaba a distancia.
Después de asegurarse de que el Cielo estaba dormido, Irene se fue a tomar un descanso y a relajarse en su habitación cuando de repente recibió la visita de alguien que esperaba que apareciera tarde o temprano.
Lothaire.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó, volviéndose hacia él.
—Te echaba de menos. —dijo, acercándose más.
—No me habrías dejado entonces.
—No te dejé. Nunca quise hacerlo. Quería que me siguieras, que estuvieras a mi lado, que fueras mi Reina, pero te negaste. —Si no supiera mejor ahora, habría creído que estaba triste.
—Por supuesto. ¿Esperabas que dejara a mi hijo para ir contigo?
—No tenías que dejarlo si te quedabas a mi lado. Lo habríamos convencido juntos. —explicó.