Después del extraño enfrentamiento, Quinn y Sil se habían ido a relajarse en el bar. Si había algo que parecía abundar sin importar a dónde iban, era el alcohol. Sil había pedido un tipo de whisky.
El olor era tan fuerte para Quinn que sentía que podía saborearlo en su boca sin necesidad de tomar un sorbo. En cuanto a Quinn, él estaba luchando para decidir qué quería, ya que no parecía ver sangre.
—¿Puedo tomar eso? —Dijo Quinn, señalando una botella cuadrada que tenía una gran x en el frente. Aunque Quinn no tenía idea de qué era, había visto la forma de la botella antes. Levantando el vaso, olió un poco. Aún olía un poco fuerte para él, pero cerrando los ojos y tapándose la nariz, lo bajó de un trago completo.
Por la expresión en su rostro, se podía ver que a Quinn no le gustaba la bebida, ni un poco.