Ya era hora de que Quinn tomara la decisión. Sin embargo, no era tan blanco y negro como algunos pensaban que podría ser. Al mirar a Sil, pudo ver una sonrisa en su rostro moviendo sus piernas como un niño pequeño. Desde que estuvo en esta misión, su estado de ánimo se había animado. Ahora que estaba tan cerca de lograr el objetivo, si fracasaban, o se demoraba más, tal vez Sil se desmoronaría.
Aunque Quinn podía controlarlo y enfrentarlo en cierta medida, no era algo que quisiera hacer.
Sil ya había esperado lo suficiente. Además, es muy probable que los militares simplemente maten a la bestia en lugar de capturarla a menos que Quinn haga una solicitud.
—Ahora que nuestra relación con Longblade ha mejorado, tal vez si preguntamos, él estará de acuerdo. Aún así, su prioridad número uno tiene que ser deshacerse de él ¿no?— pensó Quinn.
Al mirar a Layla y a todos allí, con una profunda preocupación en su rostro, sabía cuál era la decisión correcta.