—¡Raten, cámbiate conmigo ahora! —Vorden gritó al ver que la tercera espina comenzaba a crecer en la espalda de Borden.
Estaba claro que su estado emocional lo había hecho más fuerte, y ahora estaba avanzando a la siguiente etapa. La pregunta era, hasta dónde podría llegar Borden. Los humanos no sabían mucho sobre la raza Dalki, pero se habían hecho algunas observaciones sobre ellos.
Los Dalki, por un lado, realmente no se entrenaban. Aprendían algunas habilidades básicas de combate para luchar, pero no entrenaban realmente para volverse más fuertes. No era como si tuvieran habilidades que necesitaran crecer y dominar. Lo que esto significaba era que el número de espinas que un Dalki tendría o podría tener estaba determinado desde el día en que nacieron. Eran guerreros luchadores naturales, y en cuanto a Borden, parecía ser muy talentoso.
—¡No! —Respondió Raten.