Hacía un tiempo desde que Fex había usado por última vez a Ham y estaba empezando a extrañar a su pequeño compañero. Ham podía ser visto por cualquiera, no tenía habilidades especiales que le permitieran volverse invisible u ocultar su presencia, pero sí podía transformarse.
Si los estudiantes vieran una criatura voladora parecida a un toro, inmediatamente habrían saltado las alarmas, y se habría iniciado una caza de bestias dentro de la escuela.
Por eso Fex también lo había mantenido oculto como un pendiente, pero en ese momento estaban bajo tierra, era poco probable que otros estudiantes estuvieran allí y, aun si lo estuvieran, no sería tan extraño ver una bestia volando en un planeta de bestias. Todo lo que tenía que hacer Fex era fingir que no conocía a su compañero y luego reencontrarse con él más tarde.
—¡Por fin, por fin, puedo estirar mis alas! —Gritó Ham con entusiasmo.