—¡Lo hice! —Morok apretó los puños en triunfo antes de abrazar a quienes ya consideraba como sus suegros—. Padre, madre, no les voy a fallar.
—Por favor, no nos llames así. —Orion y Jirni dijeron al unísono mientras sus estómagos se revolvían—.
—Mientras estamos en eso, ¿tienen algún pariente que todavía esté soltero? A mi Pequeña Flor le vendría bien una mano en la elección de su pareja. —Orion preguntó tanto a Morok como a Nalrond—.
—¡Papá, basta! —Phloria se puso roja como un tomate, tratando y fracasando en poner fin a la discusión—.
—Lamentablemente, no. Yo soy el último superviviente de mi pueblo. —Dijo Nalrond, obteniendo compasión de la pequeña multitud a su alrededor—.
—Gracias a los dioses, no. Hasta donde sé, yo soy el único en el que experimentó mi padre. No tienen que preocuparse por él, logré que lo mataran. —Dijo Morok, haciendo que Jirni y Orion se preguntaran si era demasiado tarde para retractarse de su oferta—.