Linjos sacó su amuleto de comunicación para pedir refuerzos cuando la espada de Nalear, movida por la magia de espíritu, lo empaló por la espalda. El director cayó de rodillas, tosiendo sangre. La sorpresa casi hizo que ignorara el dolor.
—¿Cómo? ¿Por qué? —Fueron sus últimas palabras.
Nalear se liberó a sí misma y a Wanemyre de las cuerdas, moviendo al profesor inconsciente como un títere gracias a la magia de espíritu. El brazo restante de Wanemyre levantó fácilmente la espada, decapitando a Linjos de un solo golpe.
La sangre brotó como una fuente, tiñendo de rojo la habitación.
—¡Está hecho! —Nalear rio histéricamente.
—¡Linjos murió por tu mano! ¡Por tu espada! ¡Oh Lyca, si pudieras ver! Te mataría ahora mismo, pero necesitas dar una declaración para no dejar ninguna duda sobre lo que sucedió aquí. —Nalear sacó su amuleto de comunicación.