Siendo el último trimestre, los estudiantes de la academia White Griffon ya no recibirían boletas de calificaciones ocultas. Serían clasificados según sus notas, dejando que todos en el Reino conocieran su rendimiento.
El decreto real que canceló el tercer examen desesperó a muchos jóvenes. La cooperación de repente no tenía valor. Los puntos extra se habían vuelto de manera inesperada más valiosos que el platino, enfrentando a amigos y a hermanos entre sí.
Todos intentaban esforzarse al máximo durante las últimas dos semanas, esperando mejorar su posición en el ranking aunque sea en un puesto. Las clases y los pasillos se convirtieron en campos de batalla, siguiendo el principio de que el ataque es la mejor forma de defensa.
Durante las lecciones prácticas, sabotear al vecino se elevó a la categoría de arte mientras que cualquier estudiante que caminara solo, sin importar la hora del día, estaba destinado a ser atacado.