Algún tiempo después, Jeslyn intentó sentarse pero no pudo. Su cuerpo todavía temblaba por todo lo que había pasado. Se preguntó si así se sentía Vera.
Justo en ese momento, la pared se abrió y Maverick entró llevando una bandeja de comida.
Los ojos de Jeslyn no podían enfocarse en nada más que en lo que colgaba, algo que llamaba mucho la atención.
—¿Por qué no llevas nada puesto? —Frunció el ceño ligeramente. ¿Y si alguien lo veía?
Su mente estaba confusa y olvidó que no había nadie más que ellos dos en esta enorme isla.
—¿Cuál es el punto?
—¿Y si alguien te ve así? —De repente recordó que no había nadie más aquí y sus mejillas se calentaron.
—¿Por qué no decir la verdad?
—¿Qué verdad? —Preguntó mientras movía los ojos por todas partes, pero su mirada seguía volviendo a su longitud.
—¿Quieres más?
—Espera, Maverick —tragó saliva—. Estoy cansada.
Maverick colocó la bandeja delante de ella y se sentó en el borde de la cama.
—Mn —asintió.