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60% La tradición de los Castelia / Chapter 12: Capítulo 11: Miedo en las calles de la villa

Capítulo 12: Capítulo 11: Miedo en las calles de la villa

Alepoú y yo después de un largo día decidimos descansar luego de esa descarga emocional que ambos habíamos tenido, así que dormimos lo que restaba ya que estábamos algo agotados de usar nuestra energía por la batalla que anteriormente habíamos librado.

Creía que todo había acabado, pero en mis sueños... algo terrible comenzó a suceder, algo que no quería que me atormentara en esos momentos en los que debía mantener fuerte mi mente.

— Maldición...— murmuré al ver a mi alrededor.— una maldita premonición.

El lugar en el que me encontraba era nada más y nada menos que el pueblo, claro que yo casi no salía por las críticas y blasfemias que lanzaban como veneno sobre mis padres y a mi persona. Estaba caminado por las calles empedradas junto a Alepoú, pero algo andaba mal, las personas se asomaban por las puertas de sus hogares al vernos caminar por ahí y los murmullos no se hicieron esperar.

Quería ignorar todo lo que logró ser audible para mí, pero... de pronto escuché pasos detrás de mi y esos eran tanto mujeres mayores y hombres que estaban en multitud con tal vez intenciones de lastimar a mi persona.

— Tranquilo Nath, esto es solo una premonición... solo debes prestar atención a cada detalle para evitarlo mañana.— pensé al girar para ver a la multitud.

Una de las mujeres mayores con una clara expresión de autoridad se separó de la multitud para caminar hacia mi y al quedar a unos cuantos pasos de mi, ella habló cosas que eran inaudible para mí.

Gracias a que Alepoú salto sobre mi abdomen, salí de aquella horrible situación que se me había mostrado, aunque él sólo lo había hecho para despertarme para irnos lo más temprano posible.

— Alepoú, ¿crees qué sea mejor que no me ponga mi túnica?.— le pregunté al verlo sentado sobre mi cama.

— Creo que sería mejor usar algo más casual, tus abuelos Fray no son como los Castelia.— me respondió.

— Está bien, aunque no debería presentarme muy informal.— hablé para luego sacar de mi ropero un saco negro largo junto a un pantalón de igual color.

— No te olvides de prepararte por si aparece un espíritu, recuerda que yo no puedo hacer nada en mi estado.— me advirtió a la vez que bajaba de mi cama para metese de bajo y sacar un maletín con su ocico.

— Claro.— respondí mientras me arrodillaba para abrir el maletín y comenzar a sacar pequeños frascos que podrían servirme y guardarlos en los bolsillos que tenía al interior de mi saco.

Al estar ya vestido bajé con mucho cuidado para evitar hacer ruido alguno y no despertar a mis padres por el hecho de que estarían en contra de que saliera al pueblo y de que visitara a mis abuelos maternos con el fin de aclarar duda y desenterrar la verdad que escondían ambas familias, según eso había escuchado dicho Alepoú.

Quise evitar pasar un mal momento pero algo en mi me dijo que debía encontrarme con esa multitud que llevaba antorchas para iluminar el lugar y que era de madrugada, así que sin más me dirigí hacia las calles donde me estaban esperando y donde tal y como se me había mostrado, la señora salió de entre ellos para hablarme.

— ¡Les dije, esos brujos salen a estas horas!.— gritó un hombre entre la multitud.

— El joven brujo ha salido solo y eso no es una buena señal, además... lleva a ese animal que representa al engaño en todo su esplendor. ¡¿Cuánto más tenemos que soportar verlos vivir plenamente sin ser castigados por sus crímenes?!.— dijo con un tono lleno de seriedad.

Sin intención de discutir solo atiné a decir:.— Señora, tengo solo veintiún años viviendo... no he salido más de veinte veces de mi casa, y ni siquiera me he metido con ninguno de ustedes. Por favor, ¿podría dejarme pasar?.— le pedí de la manera más tranquila que podía.

Se acercó más a mi y con sus dedos comenzó a picar con fuerza mi pecho— Mira niño, siempre que uno de los Castelia aparece en el pueblo trae noticias desagradables... y más tú prima y tú que según tienen la maldición de predecir el futuro.

— Señora, ¿cree usted que es para mi agradable tener esto que ellos llaman dones y ustedes lo llaman maldición?.— le pregunté con la poca paciencia que me estaba quedando.— yo no quise ser y nunca pedí nacer en una familia que solo me ha causado problemas. Soy diferente y lo acepto, acepto y respeto que ustedes no quieren que conviva con personas de mi edad, he aceptado vivir recluido y con pocas oportunidades de apreciar las calles del pueblo en el que nací.... y he decidido dejarlos solos y sin apoyo de mi poder para complacerlos.— Suspiré con intenciones de calmarme un poco.— No puedo creer que necesiten atormentar a mis padres y a mi por no decirles algo a comparación de mi tía y abuelos.

— Calla niño insolente, ¡ustedes solo traen desgracias cada vez que abren la boca!.— me gritó.

Estaba a punto de responder, pero el sonido de una campanilla se escuchó cerca del lugar. Toda la gente que estaba viendo el teatro que estaba armando la señora, palidecieron. Verlos blancos como el papel me hizo caer en cuenta que no era una buena señal, y claro que no lo era ya que a una cuadra adelante de mi, apareció mi prima Dannét. Ella llevaba puesta la túnica que usábamos para la meditación, (ropa que era blanca con detalles dorados) y en su mano derecha tenía la campanilla que volvió a sonar.

— ¡¿Dannét?!.— grité al verla gracias a la tenue luz que llegaba hacia ella.

— ¡¡Sabía que era un mal presagio que un Castelia apareciera ante nosotros!!.— gritó la mujer.

Mi prima en cambio parecía serena ante la situación y siguió caminando hacia donde estaba la multitud reteniendome, cuando se encontró frente a nosotros, ella apuntó a la señora y habló.

— Váyase y traté de tranquilizarse si no quiere que esté sea su último día.— dijo Dannét con los ojos cerrados.

—¡¡¡Tú no eres nadie para decirme que hacer!!!.— le respondió la mujer.

— Tranquila doña Cleo, recuerde que lo que sale de esa boca maldita se cumple.— habló ahora el esposo de la señora que se encontraba entre la multitud.

— ¡¡¡Pero ella solo viene a ayudar a su primo, solo está diciendo estupideces!!!.— gritó a la vez que tomó una piedra de la tierra y se la lanzó a mi prima quien la esquivó.— maldita bruja, ya verás que te haré pagar por lo que me has dicho.

Sin importarle la amenaza de doña Cleo comenzó a soltar las premoniciones como flechas a los pobladores.— La familia de los Ruíz caerá en quiebra, la hija de Olga sufrirá un accidente, la casa de los Duncan se caerá a pedazos por una fuerte lluvia que azotará el pueblo.— sus ojos se abrieron y con una sonrisa con la que parecía burlarse de las desgracias volvió a hablar.— saben que siempre tendré más premoniciones en las cuales el karma los atormentara como lo hacen con nuestra familia.

Con furia, doña Cleo agitó su mano en el aire y se fue contra Dannét.— ¡¡¡Eres una....!!!

No sabía por que, pero, mi cuerpo reaccionó instintivamente girando hacia la señora para atraparla ya que se desvaneció a la vez que llevaba su mano al pecho demostrando que le dolía. Al sostenerla en mis brazos que no contaban con suficiente fuerza para mantenerla de pie, poco a poco la recosté en el suelo para comenzar a buscar algo que me serviría de mucho en esos momentos críticos.

Realmente estaba asustado por el semblante de Dannét, quien parecía estar satisfecha por sus acciones aunque claro estaba que yo no me quedaría con los brazos cruzados viendo como la imprudencia de uno de mis familiares le arrebataba la vida a una pobre señora con mucho odio en su corazón.

La gente estaba a punto de rodearnos pero con la poca tranquilidad que quedaba en mi les hice una seña para que no se amontonaran.— Mantengan su distancia, yo la ayudaré... así así no se preocupen.— les dije aún buscando en mi saco.

— Nathy.— me llamó Dannét.

Aun sin dejar de buscar entre mis bolsillos que se encontraban en el interior de mi saco y sin mirarla le respondí.— ¿Qué es lo que quieres Dannét?. ¿No te basta con lo que hiciste?

— Nathy, sabes bien que esa señora y todos estos señores estuvieron a punto de cometer un crimen hacia tu persona y tu solo... ¿los estás ayudando?.— me preguntó con cierto tono de molestia.

— Dannét, por cosas así nos tratan como monstruos. Porque tú y los demás Castelia no tratan de hacerlos cambiar de opinión y solo hacen lo posible para vengarse.— le respondí.

Cuando al fin encontré el pequeño frasco de vidrio, rápidamente le quité el pequeño corcho para mojar mis dedos índice y medio con el contenido y untarlo en la sien, en el cuello y en las muñecas, en cada aplicación del líquido en esos puntos hice una oración y usé mi energía para darle más vitalidad al corazón de doña Cleo.

Gracias a que le di algo de mi energía a la señora comencé a sentirme mareado, pero valía la pena al ver como doña Cleo dejaba de tener esos ataques al corazón que le había provocado Dannét al provocarla con las premoniciones que solo anunciaban males.

El esposo de la señora al verla mejor la ayudó a levantarse y a mi me ayudaron dos señores que me agradecieron por ayudar. Cuando me encontré de pie, Dannét solo me sonrió y con malicia me dijo:

— Por más que quieras evitar desgracias y sin sabores... nada resultará, solo lo estarás retrasando.— al decirme eso se dio la vuelta y tocó la campanilla de plata nuevamente.— Nunca olvides que eres un Castelia, alguien que será temido por su poder, serás perseguido y lastimado si no haces algo para demostrar que deben de tener respeto hacia ti.

— Dannét... me importa poco eso, yo se lo que soy y valgo, no necesito imponer miedo para que me respeten.

— Vaya... espero que por esa amabilidad hagan un funeral al que deba ir para ver como entierran a otro Castelia por su ingenuidad. Jajaja, espero que un día comprendas que no esta bien lo que estás haciendo y que tus premoniciones te abran los ojos.— me dijo mientras comenzaba a caminar sin rumbo hasta perderse entre las calles.

Todos estaban en silencio y los señores que me sostenían solo me ofrecieron un vaso de agua y una que otra fruta o dulce por el color pálido de mi piel y mi andar torpe que demostraba mi debilidad a causa de lo que había hecho.

— Solo aceptaré el agua, no puedo comer dulces o las frutas que me ofrecen ya que no es mi hora de merienda. Aun así... muchas gracias por su amabilidad.— les expliqué y agradecí con una débil sonrisa.

— Debes de comer algo, te ves muy enfermo.— dijo doña Cleo con preocupación.— hiciste algo para salvarme con tu magia, debes estar agotado.

— Lo hice con mucho gusto. Además... no iba a dejar que Dannét hiciera de las suyas con uno de sus dones, eso fue muy egoísta de su parte usarlo para lastimar en vez de usarlo para el bien.

Tener toda la atención de las personas que antes me qurrian lastimar y ahora me estaban ayudando... me hacían sentir incómodo, así que solo me separé de ellos para tratar de demostrarles que estaba bien. Mis pasos eran torpes, pero quería irme de ahí por que no estaba acostumbrado a estar rodeado con personas que no fuesen de mi familia o seré extraños que últimamente se habían estado manifestado con más frecuencia.

— Gracias por su amabilidad, y no deben de agradecerme por ayudar a doña Cleo, pero... debo irme... tengo asuntos importantes que atender.— dije a la vez que apuntaba hacia la montaña.— así que... vamos Alepoú.

Mi compañero rápidamente se abrió paso por los pies de la multitud que antes lo habían rodeado, pero al estar a una distancia corta de mi, doña Cleo lo tomó de la cola y lo cargó en brazos, dejando a Alepoú inmovilizado.

Verla hacer eso me preocupó, y aun mas ese semblante serio que me mostró.

— E-esto... ¿podría devolverme a mi amigo?.— le pedí con algo de miedo.

— Te lo daré, pero...— de un momento a otro su semblante serio cambió a uno alegre para luego hacer una seña a la multitud.—no sin antes llevarte la fruta, los dulces y algunas botellas de agua para el camino.— el esposo de la señora solo se acercó a nosotros para tratar de entregarme una mochila.

— Les dije que no era necesario.— volví a mencionar mientras alejaba la mochila.

— Lo sabemos pero... debes prepararte bien antes de entrar a ese lugar a hacer tus cosas de brujos. Así que... acepta la mochila con todo esto que te ofrecimos para que tu aventura no sea complicada.— dijo doña Cleo.

— Está bien, la aceptaré pero... les recuerdo que no puedo comer dulces.— hablé con algo de vergüenza.

— No te preocupes niño, a la otra te daremos frutas. O si quieres te podemos conseguir cosas para los...

Lo interrumpí.— Gracias por todo pero... no es necesario mostrar tanta amabilidad por algo que fue fácil de hacer.— al tomar la mochila solo le hice una seña a Alepoú, quien rápidamente se liberó de los brazos de doña Cleo y corrió a mi lado.

Ambos comenzamos a correr por las calles mientras escuchábamos como la multitud nos deseaban suerte.


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