Después de descansar por un día completo fue a por Fira, con la esperanza de que ahora, después de haber subido de nivel su única habilidad lograría activarla en ella, lamentablemente, después de tres intentos se dio por vencido, haciéndole caso a la notificación sobre que el nivel de su habilidad aún era demasiado bajo.
--Me esforzaré para ser merecedora de su poder. --Dijo con una ligera sonrisa.
El joven quedó momentáneamente cautivado, pero después de un momento de silencio, negó con la cabeza.
--Quien debe esforzarse soy yo. --Le sonrió de vuelta. Su actitud era completamente diferente cuando estaba cerca de los dos hermanos, no sabía porque, pero había algo en ellos que le inspiraba confianza.
Fira no supo que responder, por lo que solo se quedó de pie, ahí, con una sonrisa ligera.
--Confío en qué continuarás comiendo bien --Acarició su cabeza--, Astra dijo que tú mal estado se debía a la mala alimentación con la que los soldados los tenían --Fira asintió--. Lo digo porque espero grandes cosas de ti.
--Sí, señor. --Su sonrisa se hizo más grande.
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El ruido del golpe de metal, acompañado de sonidos de pasos sobre la tierra, jadeos pesados y maldiciones acaloradas, todo en una misma escena.
--Mi hermano es más rápido desde que le entregó su poder. --Dijo Fira, a espaldas de un joven sentado en los escalones.
--No solo más rápido, también más consciente de su entorno.
Astra bajó el cuerpo, golpeando con el pomo de su espada de madera la nariz de su adversario.
--Perdón que lo pregunté, pero ¿Cómo lo hace? --Estaba intrigada por el poder de su señor.
--Nunca me detuve a analizarlo, así que no puedo responderte. --La observó al percatarse que el combate ya había terminado.
Exhaló y se colocó de pie, bajando los escalones, recogió la espada de madera que el oponente de Astra había dejado caer y, se acercó a su más fiel subordinado.
--Tus movimientos son buenos --Le arrojó la espada--, pero tus instintos carecen fuerza. --Su puño se acercó tanto al rostro de Astra que pudo sentir su aliento, sin embargo, no lo tocó, pero por la fuerza de repulsión su subordinado no tuvo más opción que ser forzado a retroceder dos pasos.
--Lo lamento, señor --Se arrodilló--. Prometo no volver a decepcionarlo.
--Eso espero, mi general. --Sonrió.
Astra levantó la mirada estupefacto, no esperaba que su señor le brindara un título tan pronto. Respiró profundo, guardó sus emociones, asintiendo con resolución.
--En la vida y, en la muerte, seré suyo. --Levantó la mirada, golpeando su pecho tres veces.
--Bien, mi general, levántate, porque tengo una misión para ti.
Astra obedeció, colocándose de pie, observó a su hermana, quién le sonreía con sinceridad.
--A sus órdenes, señor.
--He aprendido cosas estos últimos días y, por una de ellas, he decidido hacer un viaje.
--Tomaré mis armas y, prepararé el equipo necesario.
--No te precipites, general Astra, tú no serás quien me acompañé, sino tu hermana --Astra no dejó que se notara su sorpresa y decepción, mostrando una expresión seria--. Tú tienes una tarea más importante y, esa es encargarte de esta fortaleza. Quiero que mejores las defensas y supervises a mi ejército.
--Será un honor, señor. --Hizo una burda reverencia, una de un claro principiante.
El joven se dio la media vuelta, subiendo nuevamente los escalones.
--Prepara todo, nos vamos al anochecer. --Dijo al pasar junto a Fira, quién asintió con obediencia y tranquilidad.
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Al caer la noche las antorchas fueron encendidas, los pocos soldados patrullaban, el silencio consumía los alrededores. En uno de los rincones de la fortaleza se encontraba una pequeña caballeriza y, ahí, a la luz de la luna, un joven de aspecto tranquilo se encontraba acariciando un lindo caballo color azabache.
--Que criatura más magnífica. --Dijo, mirando a los ojos del majestuoso animal.
Fira, quién se encontraba ensillando al equino sonrió, no se esperaba que su señor no conociera a los caballos, entendiendo que tampoco sabía montarlos.
--Todo está listo, señor. --Dijo.
El joven dejó de acariciar al hermoso animal, yendo al lado de la dama. Fira montó primero después de recibir la orden de su señor, quién la acompañó un momento después.
--Avanza. --Ordenó.
--Sí, señor.
Sujetó la riendas hábilmente, dándole la orden a su caballo de avanzar. Los soldados abrieron la puerta al notar la llegada de su nuevo señor, saludándolo con sumo respeto.
--¿A dónde, señor? --Dijo Fira al encontrarse con la única intersección de la aldea.
--Al Norte. --Dijo después de recordar el mapa que la voz le había enseñado.
--Sí, señor.