Jenny
El Sol entra por la ventana del taxi alumbrando mi rostro provocando que se intensifique mi dolor de cabeza.
—Joder, no debí beber tanto anoche.
Ni que alguna vez en tú vida hicieras algo bien. —Se mofa mi subconsciente.
Pago y salgo del taxi antes de llegar a mi casa, entro por el patio del vecino y escalo la pared de mi casa hasta llegar a mi habitación como tantas otras veces, me siento un minuto en el pequeño balcón de mi habitación para descansar un momento, pero la puerta se abre arruinando mis planes.
Interrumpiendo mi momento de tranquilidad siento la voz irritante de mi hermana que me dice.
—Valla, valla, valla, que tenemos aquí, la rebelde llegando a estas horas de la mañana.
—Dime que quieres y lárgate, Érica, que hoy no estoy para tus estupideces, me duele mucho la cabeza.
—Deberías tener un poco de cuidado como me hablas hermanita si no quieres que le cuente a mamá que sales por la noche escondida y no regresas hasta la mañana.
—Di lo que quieres de una vez y vete Érica.
—Jennifer Rodríguez crees de verdad que me importa la hora a la que llegas o lo que haces, a mi tu vida me vale madres, solo quiero ir acumulando puntos en tu contra para cuando los pueda necesitar y amenazante, a y es hora de que te arregles ese pelo, parece que hace meses no te peinas, me da vergüenza ser tu hermana — lanza un suspiro al ver que no me muevo —me pregunto si algún día vas a estar mínimamente presentable, por dios mírate das asco.
—Prefiero dar asco por fuera una o dos horas que ser un asco de persona como tú toda una vida.
La veo de pie junto a mí en el balcón, arreglada y perfecta como siempre
joder parece un maldito maniquí
Lleva el pelo suelto y estirado le llega hasta la cintura, trae puesto un vestido rosa ajustado al cuerpo de escote bastante bajo que no deja nada a la imaginación.
Me lanza una mirada de superioridad coma aquellas de Cersei Lannister en Game off Thrones y me dice:
—Levanta tu culo de ahí vete a preparar, que ya vas tarde y no me conviene que mamá te descubra después no tengo con que amenazante y el desayuno ya está listo.
Diciendo esto da media vuelta y se dirige a salir de mi habitación rodeando la ropa sucia y otras cosas que hay esparcidas por el suelo.
Me quedo sentada observando la bella mañana mientras fumo un cigarro. El móvil vuelve a sonar, pero esta vez sí me da tiempo de contestar.
—Se puede saber dónde Carajos te habías metidos — grita mi amiga Isy en cuanto contesto.
— Buenos días, Isabel yo también me encuentro bien, gracias por preguntar.
—Mira Jennifer Rodríguez deja la estupidez, no sabes lo preocupada que estábamos, anoche te perdiste y nos dejaste sola en la discoteca, Elizabeth y Joselyn se volvieron locas buscándote, yo me canse de llamarte y hasta ahora es que contestas.
—Lo siento por preocuparlas, pero estoy bien, no paso nada.
— Espero no vuelvas a hacer una cosa así, casi me muero de un infarto.
— Ya, ya entendí no pelees más que te pones vieja.
— As el favor de llamar a Eli y a Jossy para que sepan que estas bien.
— Si señora.
— Bueno vas a ir hoy a la escuela, esta semana a penas as entrado y ya falta poco para que acabe el año, deberías dejar de faltar, al final este es nuestro último curso.
— Está bien, nos vemos en la entrada avísales a las chicas, voy a darme un baño y a prepararme. Nos vemos en una hora.
— Hasta horita.
Entro a la habitación , pongo el móvil a cargar me dirijo al baño, me quito el vestido y la ropa interior la lanzo al cesto de ropa sucia y entro en la ducha , siento como el agua caliente carga mis baterías y renueva mi energía, me doy un baño rápido porque ya estoy corta de tiempo , al salir del baño ya me encuentro como nueva , me paro frente a mi guardarropa tomo el uniforme ya planchado que mi madre me ha preparado – lo miro con odio y pienso – tranquila Jenny esté es el último año, dentro de poco ya no tendrás que usar este horrible uniforme .
Cuando lo tengo ya en el cuerpo dejo de odiarlo un poco al observar al espejo como la saya resalta mis caderas, queda tan corta que gran parte de mis piernas quedan al descubierto y la camisa apenas me permite abrochar los botones lo cual deja ver mis grandes pechos.
—No está nada mal – pienso mientras trato de dar una vuelta frente al espejo para verme mejor.
Luego noto mi pelo negro y veo que mi hermana tenía algo de razón en cuanto a él, pero como no estoy de humor para lucir perfecta simplemente cojo un poco de crema de peinar en mis manos y la paso por el pelo, lo recojo en una coleta y me rizo las puntas, cojo mi bolso, mi móvil y bajo las escaleras.
Saliendo de mi habitación siento un aroma que agrada y alegra mis sentidos lo sigo hasta la cocina y veo a madre sirviendo una taza de café (está en su pijama con el pelo recogido y cara de cansada, se ve que no ha dormido bien, desde que papá murió nunca duerme bien), se el retiro de las manos antes que pueda siquiera probarlo, le doy un beso en la mejilla y le digo:
—Buenos días mamita, gracias por el café.
Pone los ojos en blanco y se sirve otra taza luego me mira y se queja:
—Tarde otra vez Jenny, ya no sé qué voy a hacer contigo. Este es tú último año podrías hacer un esfuerzo y asistir a clases como una estudiante normal.
—No se para que te esfuerzas intentando corregirla, si ya ella no tiene arreglo, lo mejor que nos puede pasar es que la arreste la policía en una de esas carreras ilegales a ver si nos libramos de ella. — grita mi hermana desde la sala mirándose en un pequeño espejo mientras termina de ponerse el lápiz labial.
—Érica deja tú hermana en paz y no digas esas cosas es muy temprano para que comiencen a discutir y Jenny por favor deja de ir a ese lugar, puedes tener un accidente – nos regaña mi madre.
—Si mamá prometo dejar de ir y Érica porque no terminas de poner tus diez capaz de maquillaje a ver si luces un poquito más humana maldito sapo– le digo mientras sale en mi rostro mi mejor sonrisa irónica.
Finge no escuchar lo que le digo y regresa a su sección de maquillaje y luego de unos segundos de silencio argumenta.
—Jenny mi dulce hermanita necesito que hoy llegues temprano y te hagas cargo de la panadería, invité un amigo muy importante a cenar, el cual preciso para cumplir mis aspiraciones y salir de esta miserable vida en la que tú padre nos dejó y espero que mi mamá nos preparare algo delicioso.
Quiero ignorarla, pasar por el alto el tono con el que se refiere a mi padre cada vez que habla de él, ese desdén con el que alude al hombre que la crío y la quiso como suya, que dedicó su vida a que no le faltara nada a esta familia. Lucho contra cada impulso de mi cuerpo que me hace querer partirle la cara por ser tan malagradecida, alzo la vista y veo a mi madre, con los ojos rojos, puedo comprender que muerde su labio para evitar romper en llanto y por fin logro controlar a mis demonios. Suelto los puños y el aire que tengo dentro y no sé en qué momento fue en el que empecé a contener la respiración. Finjo una sonrisa e intento que mi voz salga lo más relajada posible.
— ¿Qué te hace pensar que a mí me importa una mierda tus planes o tus amigos?
Termino de comer mi último bocado del desayuno y me preparo para irme.
Ella me lanza una de sus miraditas tan características y antes que pudiera decirme nada mi madre la interrumpe:
—Érica no te preocupes yo puedo cerrar la panadería temprano y preparar tu cena.
Al ver que cojo las llaves de mi moto me mira:
—Ten cuidado no vallas demasiado rápido, no faltes a clases y trata de no llegar tan tarde a casa.
— Si mamá – deposito un suave beso en su mejilla.
Monto en mi vieja moto y dejo atrás velozmente mi hogar.
Cuando llegó a la escuela ya es tarde como imaginaba termino dando más de dos vueltas hasta poder encontrar donde estacionar la moto, al fin veo un lugar libre y cuándo estoy a punto de aparcar una Ducati Panigale se me adelanta y coge el lugar que tenía pensado usar. Freno de pronto para no chocar y luego del susto me dedico a contemplar la belleza que tengo delante, solo la había visto en revistas, era negra, de motor de V4 90⁰ de 998 cc y 221 CV (mi gran amor platónico) después de un segundo reaccioné, baje de mi moto (que al lado de aquella mi Suzuki GSX- R600 de 2da mano deba vergüenza mirar) me acerque a la persona que se estaba bajando de la moto y comienzo a gritarle.
—A ver capullo por si no te habías dado cuenta yo iba a utilizar esa plaza. ¿Eres gillipollas o qué? – antes de que pudiera seguir hablando su prepotente figura se detiene ante mí; tan alto como si tocará el cielo, blanco con un brazo lleno de tatuajes, cabellos tan negros como una noche sin luna y unos gélidos luceros azules adornaban su rostro, las palabras se deslizaban de sus carnosos labios y entonaban la más dulce de las melodías, pero dejando un agrio sabor insolente.
—Joder es una maldita obra de arte —suelta de pronto la vocecita en mi interior.
—Perdona pequeña, no sabía que ibas a utilizar este sitio, pensé que te marchabas. Deberías ser más rápida la próxima vez, en este mundo no hay lugar para las tortugas— esboza una sonrisa pícara, guiña un ojo — aunque sea una pequeña y linda tortuga
Aquellas palabras fueron la gota que lleno el vaso, todo lo que había aguantado en casa para no incomodar a mi madre y ahora esto; ya no podía más y acabe explotando. Sin percatarme si quiera de lo que estaba haciendo, como si mis demonios interiores se apoderaran de mí, en cuestión de un segundo mi mano había golpeado su bello rostro y antes de que un segundo golpe le impactara mis manos terminaron siendo prisioneras suyas y con un ágil movimiento acercó mi cuerpo al suyo y nuestras caras estaba frente a frete, cerca, demasiado cerca, podía sentir su respiración calmada y el rítmico latido de su corazón.
—Suéltame estúpido. — grite furiosa.
—Solo si la enana malcriada promete no volver a pegarme. — respondió con una amplia sonrisa permitiéndome deleitarme con su blanca y perfecta dentadura.
Joder. Yo a ti te prometo todo lo quieras, hasta el altar papacito. - se burla otra vez mi subconsciente.
—No soy ninguna niña y suéltame de una maldita vez
En ese momento suena mi móvil siento como me libera de sus estructurales brazos. Le doy la espalda y contesto sin siquiera mirar quien es.
—Joder Jenny donde estás metida llevamos 1 hora esperándote. - grita altera mi amiga Eli provocando que separa el móvil unos centímetros de mi oído. —Lo siento chicas me quedé dormida y luego no encontré donde aparcar. — Respondo bajando un poco el tono de mi voz.
—Donde estás – escucho a Josy gritar al fondo.
—En el parqueo —Vamos para allá no te vayas – me dice Eli y cuelga.
Me doy la vuelta para continuar mi discusión, pero ya no estaba.
Unos minutos después llegan con sus uniformes perfectos, su cabello arreglado y maquillaje ligero.
—Lo siento chicas — me adelanto a decir antes que empiecen con los reproches — me desperté tarde y luego tuve un problemita con un estúpido que se cree Barry Allen (el de la serie de the flas) más rápido que nadie.
— Ja-ja-ja-ja-ja – me interrumpe una risa intensa detrás de mí — La verdad no me considero Barry, pero bastante rápido si soy – dice al tiempo que se acerca a su moto y se pone el casco — aquí te dejo tu sitio libre bebecita, recuerda mi consejo para la próxima vez, conducen como mi abuela — arranca su moto y se va sin darme tiempo de decirle nada dejándome completamente furiosa y con mil preguntas o simplemente completamente embobada.