Hace unos días, Jordan acababa de luchar contra el dragón de cuernos dorados. En esa batalla, era obvio que Jordan no tenía forma de enfrentarse al dragón de cuernos dorados.
Aunque había cegado uno de los ojos del dragón de cuernos dorados mediante su ardid, frente a la fuerza absoluta, Jordan no era rival en absoluto para el dragón de cuernos dorados.
En solo unos días, Mike Baylor no creía que se produjera ningún cambio cualitativo en la fuerza de Jordan.
Jordan adivinó que Mike Baylor le miraría con desprecio, e instó:
—Si me estoy avergonzando o no, ¡solo lo sabremos después de luchar!
Mike Baylor tampoco podía tolerar la provocación de Jordan. Dijo enfadado: